El respeto por el otro

Autor: Jesús Rodrigo Fernández
Se ha vuelto corriente que encontremos avisos que dicen “Favor transitar por la acera del frente”, o la presencia de “colombinas” (elementos verticales que se instalan provisionalmente y se unen con cintas con la señal de prevención) que reducen las calzadas para que particulares puedan desarrollar con comodidad el cargue y descargue de materiales.


Nos preguntamos, entonces: ¿qué pasó con el principio universal que establece la primacía del bienestar general sobre el particular? ¿Acaso el espacio público dejó de ser imprescriptible, inembargable e inalienable? ¿Desde cuándo las licencias de construcción conceden permiso para impedir el libre desplazamiento de peatones y para contribuir con la inmovilidad de las ciudades, además de entregar funciones de tránsito a ayudantes de construcción que “armados” de “paletas” establecen retenes urbanos cada que se está descargando cualquier tipo de material?


Nadie niega la importancia que en las cifras tiene la construcción, pero es indispensable que se recuerde que el derecho propio culmina cuando afecta el del vecino, y más si el vecino es toda la comunidad cuando se impide el desplazamiento por el andén o por la calzada. Lo anterior para mencionar los irrespetos más corrientes y los riesgos más obvios y no adentrarnos en el peligro que para los transeúntes implica la instalación de grúas en lotes que obligan a que el transporte aéreo de materiales se desarrolle sobre el espacio público, poniendo en riesgo la vida de quienes deben utilizar el “saldo” de vía pública que dejó libre el ejecutor de la obra.


No se trata solamente de normas ni de la aplicación de multas cuyo interminable trámite y el famoso “debido proceso” las diluyen en el tiempo; se trata de ejercer cabalmente el elemental mandato del respeto por el otro. Bienvenida la construcción que crea empleo, que produce riqueza, que impulsa la economía, pero con responsabilidad y respeto por lo que nos pertenece a todos, todos los días incluso cuando se está construyendo la más imponente edificación. Si desde el diseño arquitectónico se pensara en que durante la construcción de la obra la ciudad sigue “funcionando”, se disminuirían los “transite por la otra acera”, y de contera gozaremos de más y mejor espacio público.


Adendo. Parece que no habrá Comité de Transparencia del Contrato Plan, pues la solicitud hecha al Gobernador no tuvo respuesta positiva. Son $6,1 BILLONES.




Tomado de : vanguardia.com

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